Medio Siglo de Historia

LA DICTADURA URUGUAYA

( I ) Sobre la caracterización y la “especificidad” de la dictadura uruguaya.

En tercer lugar, la resistencia social.  Otra de las características específicas del proceso uruguayo comparado con la región, es la resistencia social colectiva que se opuso a la instalación de la dictadura en el país, desde el primer día del golpe de Estado. Aunque no logrará sus objetivos inmediatos, dicha resistencia está ejemplificada con la huelga general de 15 días con ocupación de los lugares de trabajo declarada por la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) y acompañada por la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) y otras organizaciones populares.
En cuarto lugar, el carácter totalitario-disciplinador del régimen: la sociedad vigilada. La Declaración de Fe Democrática, la categorización de ciudadanos en categorías A, B, y C, la suspensión de derechos por 15 años a miles de políticos, el registro de vecindad, las censuras a la prensa y a la cultura, entre muchas otras, son medidas que ilustran el sistema generalizado de control y vigilancia impuesto a la población en su conjunto por la dictadura. A propósito, Alfred Stepan, un estudioso norteamericano de los Estados Burocrático Autoritarios latinoamericanos, compara así las distintas situaciones en la región: “Si estamos estimando el porcentaje de la población asesinada por el Estado en la etapa inmediatamente siguiente a la toma del poder, el Chile del período 1973-1974 se ubica al tope. Si se estima el porcentaje de la población que desapareció como resultado de la acción de múltiples y descentralizadas fuerzas de seguridad, antes y después de la toma del poder, la Argentina del período 1975-1979 se ubica al tope. Si preguntáramos en qué país la principal organización de inteligencia alcanzó el nivel más alto (…) y una institucionalización dentro del aparato estatal, no quedan dudas de que la respuesta es el Brasil. Pero si estuviéramos evaluando el porcentaje de la población que fue detenida, interrogada e intimidada por las fuerzas de seguridad, el Uruguay ocupa el primer lugar (…).

Uruguay fue el país de mayor porcentaje en el mundo de presos políticos con relación a su población (cerca de 6.000 presos), aparte de los asesinados políticos (alrededor de 120 personas) y los detenidos-desaparecidos en el país, en Argentina y Paraguay (cerca de 260). También alrededor de 110 mil personas se fueron del país al exilio, entre 1973 y 1977. Y estos no son solo datos estadísticos. Para alcanzar tales escalas de represión, control y expulsión del territorio, el Estado uruguayo debió realizar una enorme labor de información, de inteligencia, “infiltración” y seguimiento a todos los niveles de la sociedad, no sólo públicos. 
En ese sentido, como dice Stepan, Uruguay: “es el país que más se acerca a experimentar el clima de un estado totalitario, especialmente entre 1975 y 1979”. O como dice Charles Gillespie: “El gobierno burocrático-militar que se instaló en Uruguay después de 1973 tenía el control total del país. El tamaño pequeño del país y la población reducida permitía niveles de vigilancia y control social que alcanzaron los límites más elevados del tipo ideal autoritario. El Estado se introdujo más profundamente en la vida privada de sus habitantes que cualquiera de los regímenes vecinos”.   
Para Enzo Traverso, “los totalitarismos –en los ejemplos clásicos del estalismo y el nazismo- tienden a suprimir las fronteras entre el Estado y la sociedad. Dicho de otro modo, postulan la absorción de la sociedad civil, hasta su aniquilamiento, en el Estado. (…). En otras palabras, designan el advenimiento del Estado criminal”. Y eso fue la dictadura uruguaya: un Estado criminal.