Por otro lado, en la década de los años ’70, hay cambios en la relación de las fuerzas económicas, dado que quienes representan la especulación financiera y el sector servicios, pasan a ser hegemónicos dentro del bloque de poder. Esto implica, dice O´Donnell, una nueva “constelación de poder”, diferente a la de la etapa del “consenso industrializador”.
a) Por un lado, el capital internacional representado a través de grandes unidades productivas como las filiales de la Empresas Multinacionales radicadas en lo local y asociadas a grandes empresas nacionales, privadas y públicas.
b) Por otro lado, esas empresas entablan una relación de “mutua indispensabilidad” con el Estado nacional o Estado burocrático, que asegura la legislación para promover la inversión y radicación de capitales extranjeros; la privatización de las empresas estatales y, sobre todo, garantiza el orden político y la estabilidad social por vía de la represión. A esos dos componentes de la nueva “constelación de poder” -Empresas Multinacionales y Estado Burocrático-, se le agrega un tercero:
c) el sector tecno-burocrático que “gerencia” la economía y el Estado, y que se presenta como “apolítico” y eficiente, tanto de composición militar como civil: técnicos u economistas vinculados a los organismos financieros internacionales. Mientras las FF.AA aseguran el orden, las principales decisiones económicas quedan en manos de representantes de las corrientes tecnocráticas del liberalismo económico relacionadas con el capital extranjero y los organismos multinacionales de crédito.
Al argumento económico de la “profundización del capitalismo”, O´Donnell agrega un segundo argumento político: la “activación” de los sectores populares y la “percepción de amenaza” a la dominación. Este argumento político tiende a explicar por qué en los países del Cono Sur, en el contexto de los años ’60 y ’70, las transformaciones estructurales del modelo de desarrollo tuvieron que recurrir a las dictaduras y los Estados Burocráticos Autoritarios, a diferencia de otros países latinoamericanos (caso México o Venezuela), donde la reestructura de las relaciones económicas capitalistas se procesaron igualmente pero sin recurrir a dictaduras.
Es que en los países del Cono Sur de América Latina (Argentina,
Chile, Brasil, Uruguay), existían sectores obreros y populares fuertemente
organizados en los grandes centros urbanos que generaban, por un lado, permanentes
demandas a los gobiernos y, por otro lado, producían una constante sensación
o “percepción de amenaza” a la dominación política
y al statu quo en general.
Entonces, como dice O´Donnell: el Estado Burocrático Autoritario
es una respuesta a procesos de “alta y rápida activación
política del sector popular” que es percibida por los sectores
dominantes como una “amenaza” o “caos” o “riesgo” a
la dominación y que provoca, por ello mismo, una “aguda incertidumbre” y
falta de “predectibilidad”. En síntesis, dice O´Donnell,
se trató de “eliminar obstáculos políticos a los
mecanismos de acumulación de capital”.
De allí que, el Estado Burocrático Autoritario es un sistema de dominación de características “doblemente excluyentes”:
1) Como negación de la participación económica del sector popular (redistribución del ingreso, el salario como variable de ajuste, pérdida de beneficios sociales, legislativos, etc.);
2) Como cierre de los canales de acceso político, de participación popular y “garantía” del orden social (prohibiciones, ilegalizaciones, persecuciones, detenciones).