C) Francisco Panizza y la crisis de la hegemonía “transformista”
Para Panizza, el deterioro del orden institucional y el avance del autoritarismo
precedió a la confrontación del gobierno con los grupos guerrilleros.
El intento por parte del Presidente Jorge Pacheco Areco y sus fuerzas políticas
de apoyo fue reestructurar la relación de fuerzas políticas a
su favor y por encima de los conflictos tradicionales. Ello llevó al
abandono, dice Panizza, de la formación de un consenso desde el Estado,
estilo que dominó la política nacional en el período
de posguerra.
-Cito a Panizza: “El
Estado uruguayo dejó de ser un locus institucional de mediaciones y compromisos
para asumir más directamente un papel activo en la reestructuración
de la economía uruguaya a favor de sus sectores dominantes”. Y,
a través de ello, alterar fuertemente las lógicas políticas
del Uruguay batllista. La crisis de los años ’50 es la crisis del
espacio público como espacio de articulación entre el Estado, los
partidos políticos y la sociedad.
Asimismo, es la crisis de la centralidad estatal en la articulación de
dos dimensiones: la instrumental y la simbólica. La dimensión “instrumental” del
Estado es su actuación como “lugar de arreglos y compromisos”,
que permiten la mediación y “agregación de intereses” de
los distintos sectores a través de un “sistema de vetos y equilibrios
múltiples” que dio por resultado un sistema político altamente
inclusivo. La dimensión “simbólica” es el Estado actuando
como referencia de la unidad social, lo que permitió la construcción
de una hegemonía desde el Estado.
-Panizza se
refiere a un “modelo estático de consenso”: “El Estado
uruguayo de posguerra fue una estructura de poder fragmentada, sin capacidad
de articular más un compromiso mecánico y crecientemente precario
entre fuerzas sociales en conflicto”, y donde los partidos fueron perdiendo
capacidad de actuar en períodos de crisis como agentes del cambio. Las
relaciones clientelísticas también erosionaron la capacidad de
transformación de los partidos, privilegiando demandas individuales y
particulares frente a las colectivas y generales. La crisis económica
y la incapacidad de generar bienestar se instalan en el panorama político
y estatal a fines de la década de los años ’50. De allí la
aparición de voces de ruptura: militares y tupamaros.
-Crisis de
la hegemonía “transformista”. Para Panizza, a diferencia
del resto de los países de la región, el quiebre constitucional
en Uruguay no trató de la “crisis del populismo” sino del “colapso
del transformismo”. Retomando a Antonio Gramsci, Panizza define el “transformismo” como
una forma particular de articulación hegemónica donde las masas
o los sectores subalternos son integrados al sistema mediante la absorción
y neutralización de sus intereses. Dicho de otro modo, mediante la incorporación “pasiva” de
los mismos al sistema, lo que limita su constitución como agentes políticos
antagónicos a las clases dominantes.
En la crisis de posguerra, el sistema político funcionó más
en base a compromisos parciales y de corto plazo, en el medio de la fragmentación
del poder, el aumento de los conflictos y el progresivo deterioro institucional.
En ese marco, la tradicional capacidad de “agregación de intereses
sociales” fue progresivamente sustituida por políticas de exclusión
social y represión estatal.