Medio Siglo de Historia

EXPLICACIONES DE LA CRISIS (II)

B) Luis Eduardo González y la especificidad de la variable política de la crisis.
-En su libro “Estructuras políticas y democracia en Uruguay”, el sociólogo Luis Eduardo González también ensaya una explicación sobre la crisis de los años ’60 sistematizada en el Uruguay posdictadura. Refiere a que cuando dicha crisis estalló, a mediados de la década de los años ’60, Uruguay probablemente era el Estado más democrático de América del Sur, el país que había vivido más tiempo bajo régimen democrático, a pesar de las interrupciones: en 1933, 1942 y 1973.
Su esfuerzo explicativo va a estar centrado en descubrir la “especificidad” de la crisis en nuestro país y en analizar las variables políticas de la misma. Dicho con sus palabras: “Atender a la “contribución de los procesos políticos a la caída de la democracia” (17).
En ese marco, los factores estructurales que selecciona en su análisis, si bien no determinaron el golpe de Estado de 1973, sí contribuyeron a ese desenlace. Dice que crearon una “predisposición estructural” que favoreció los “resultados rupturistas”, en tanto contribuyeron a la pérdida de eficacia y legitimidad del sistema.
Esas características configuradoras del sistema político que inciden sobre la crisis de la democracia son dos: “la primera estructura es la fraccionalización de los partidos políticos que bloqueó la implementación de medidas capaces de enfrentar la grave crisis”. Este factor, que contradictoriamente tiene su explicación en la legislación electoral que crea competencia -factor que inicialmente fue positivo, al permitir las negociaciones internas, pactos y representación de las minorías-, alcanzó niveles grotescos en los años ’60. Uno de los resultados perversos que produjo el Doble Voto Simultáneo, es que Juan María Bordaberry gana las elecciones en 1971, pero en su competencia bipersonal estaba detrás de Ferreira Aldunate.
La segunda estructura que tiene en cuenta críticamente Luis Eduardo González es el Presidencialismo pleno o el Cuasi presidencialismo, a partir de la aprobación de la Constitución de 1967. Si bien fue un intento de las élites para solucionar los problemas que se les planteaban, ello agudizó la fragmentación y polarización del sistema político, a la vez que el sistema de partidos fue transformándose de su formato bipartidista en multipartidista.
-La otra línea argumental que maneja Luis Eduardo González es la “inhabilidad de las élites políticas” para, al mismo tiempo: Resolver los problemas del desarrollo y resolver los problemas de la democracia. La implementación de medidas para superar la crisis se dificultaron porque el partido de gobierno no tenía las mayorías legislativas necesarias (sólo 23% de los votos) y las coaliciones fueron la excepción debido al mayor poder que tiene el presidente, así como que ninguna fracción quería pagar los costos por decisiones polémicas. Esa estructura interna de los partidos bloqueó las decisiones para combatir la crisis tendiendo al inmovilismo político.
-El segundo problema tiene que ver con la incapacidad de conciliar democracia con desarrollo. Por un lado, Presidentes poco demócratas en contexto de crisis, con gran poder, recursos institucionales y legitimidad. Esta característica estructural del sistema (Presidencialismo o cuasi presidencialismo), dice Luis Eduardo González, suministraron los medios que necesitaban individuos poco confiables para imponer su voluntad contra la legalidad y de esa manera anular la democracia”. Incapaz de detener a los militares, Juan María Bordaberry negoció con ellos, y le otorgó al golpe el prestigio de su cargo, aunque las instituciones y la ley ya venían debilitadas por la gestión de Jorge Pacheco Areco”.
El Parlamento “sin eficiencia y con retraso defendió la democracia”. Tanto en el golpe de Terra, en 1933 como en el golpe de Estado más reciente, en 1973, “mostraron un camino estilo Munich en el cual las mayorías parlamentarias demostraron su incapacidad para detener a Presidentes cuyas conductas antidemocráticas eran cada vez más evidentes”.
-Finalmente, “las relaciones del país con el resto del mundo condicionan la estabilidad política uruguaya”. Si bien no es determinante, la “dimensión externa” es importante. En 1933 subyacía el crack mundial de 1929 y la crisis del modelo de dominación oligárquico; en 1973, está la crisis de los años ’50, que arrastra el modelo de desarrollo de industrialización por sustitución de importaciones.
En conclusión: “Cuando el país enfrentó la crisis social y económica agudas, la creciente fragmentación y fraccionalización del sistema de partidos condujo al bloqueo político, que a su vez inhibió la promulgación de medidas capaces de manejar los problemas” y superar con eficacia la crisis.