( III ) Reflexiones sociológicas y politológicas acerca de la crisis de los años ’60 y ’70: Solari, Real de Azúa, Ángel Rama.
A) Aldo Solari y la crisis del consenso básico
de la sociedad uruguaya
-Solari describe una de las características tradicionales del sistema
político uruguayo, como su “capacidad para absorber el cambio
sin fracturas considerables”. (Carlos Real de Azúa hará una
caracterización similar, hablando de un “sistema de conciliación” o “equilibrio
no catastrófico”). Esa “vía integrativa” de
distintos sectores sociales al sistema político se da a través
de diversos mecanismos de incorporación: los partidos políticos,
la legislación social, el voto. Esta característica integrativa
es la que entra en crisis en la década sesentista.
-Otro aspecto
de la crisis para Solari (similar al que sostiene Germán Rama) es el
agotamiento de los dinamismos y de la capacidad transformadora de la élite
dirigente, que había tenido dos empujes modernizadores en el pasado:
la élite rural, en los años ’70 del siglo XIX, y la élite
de clase media vinculada a la empresa estatal, en los años ’50
del siglo XX. Así, la tendencia al agotamiento de los cambios “desde
arriba” (impulsados por dicha élite dirigente) será sustituida
por una tendencia al cambio “desde abajo” (impulsados a través
de la movilización de sectores sociales o actores no estatales).
-Ese debilitamiento
del cambio y de la capacidad dirigente de la élite política tradicional
no sólo tiene que ver con la voluntad o incapacidad del elenco dirigente.
También tiene que ver con la propia conformación de la estructura
política y social del país en la larga duración. En ese
sentido, para Solari, la propia estructura política terminó resultando
inadecuada para las necesidades del desarrollo y el cambio autosostenido, y
tendió a la conservación del equilibrio entre los distintos grupos
y centros de poder. “De allí en adelante –cito a Solari-,
se trató de eliminar las tensiones principales, sin mayores cambios
profundos”. Así, el sistema político tradicional que institucionalizó favores
para mantener la clientela electoral “se va volviendo cada vez menos
eficaz” en condiciones totalmente diferentes del país a cuando
fue concebido.
-También la estructura social del Uruguay es factor de crisis e inmovilismo.
Solari analiza cómo, la propia conformación exitosa del sistema
aminoró los cambios. No sólo por el dato objetivo del envejecimiento
de la población sino porque nadie arriesga a perder las posiciones obtenidas
porque: ¿quién paga los costos sociales del cambio?, se pregunta
Solari. Sobre ello incide una extendida adhesión de la sociedad uruguaya
al valor de la “seguridad” (hacia lo conocido, lo transitado,
lo rutinario) y una posición ambigua: se quiere mantener una serie de
cosas y, por otro lado, se quiere cambiar porque no se las puede mantener.
De allí, se fortalece una actitud de innovar con el menor costo posible
y con el menor riesgo. El conflicto social, entonces, deviene un intento de
mejorar posiciones dentro de las estructuras ya existentes y estancadas, buscando “lograr
una mejor posición” o “evitar la disminución de la
posición”, pero manteniendo siempre las mismas estructuras. Esa
tendencia a la conservación del statu quo se verá fuertemente
cuestionada en la década de los años ’60, ante la sistematización
de alternativas revolucionarias de cambio o de alternativas conservadoras.
Premonitoriamente, Aldo Solari se preguntaba en 1964: “¿Hasta
qué punto un sistema puede resitir una serie de estallidos internos,
que lo conmuevan sin alterarse él mismo” (Est. s/soc.urug,166).
Respondía que, de repetirse esos choques -y el estancamiento progresivo
tiende a reiterarlos-, no cabe más que una solución (y dice textualmente): “Una
modificación estructural que abra las puertas a la acción represiva
de un gobierno de derecha” o, por el contrario, a “una toma de
poder revolucionario por la izquierda”. Y agrega: la sociedad no tiene
las condiciones ni cuadros para la segunda.
-Una dimensión de la crisis que hace a sus aspectos subjetivos tiene
que ver con la afectación de lo que Solari llama el “consenso
básico o único” generado por los partidos políticos
sobre ciertos valores concretos que definen una conciencia nacional. A través
del consenso y el compromiso en torno a los mismos, dichos valores proporcionan
una “unidad estructural” bastante grande a la sociedad. Particularmente
la clase media –el más importante grupo de referencia que existe
en la sociedad uruguaya para Solari-, adhiere a esos valores de: seguridad,
moderación, ausencia de riesgo, prestigio. La fundante consensual de
ese “sistema de conciliación” de las diferencias es el “término
medio” (para Real de Azúa, la “vía media”). La
estabilidad institucional también depende de la conservación
del consenso y del mantenimiento de la creencia en esos valores. Pero ello
se verá fuertemente alterado en los años ’60, donde primarán
las tendencias hacia el particularismo, el corporativismo, el formalismo, así como
se alterará esa actitud “moderada” de la clase media que
se radicalizará. Un ejemplo saliente de dicha radicalización
de las capas medias serán los tupamaros, que Solari analiza hasta 1971.
-En síntesis, para Solari la crisis ilustra ese proceso que “estrechó en
forma drástica las alternativas político-sociales efectivas que
dentro del sistema puedan darse”. (227) La crisis de los partidos será otro
ejemplo de ello: “Si hubieran existido partidos más completos
el curso de los acontecimientos hubiera sido diferente”. Pero ello tampoco
se dio, no estaban organizados ni formaban corrientes de opinión que
los respaldaran, sin directivas ni militancia, quien tratará de imponer
sus directivas es el equipo gubernativo y los intereses empresariales y propietarios
que lo integran y que son organizados por el gobierno, concluye.