La descolonización fue el resultado de una combinación de factores internos y externos: en primer lugar el desarrollo del nacionalismo en los pueblos colonizados y el surgimiento de un pensamiento político propio en los países asiáticos y africanos; en segundo término, la presión de las superpotencias después de 1945; luego, el papel cumplido por los nuevos países independientes en el impulso de la descolonización de los que aún permanecían bajo el dominio colonial y finalmente, la acción de Naciones Unidas. Un resultado importante de la descolonización fue la multiplicación por tres del número de Estados soberanos. Naciones Unidas, que tenía 51 miembros en el momento de su fundación, pasó a tener 179 a comienzos de los años 90. Los países del Tercer Mundo pasaron a ser mayoría a partir de 1960 en la Asamblea General. La resolución 1514 del 14 de diciembre era reflejo de esa nueva correlación de fuerzas: preveía medidas inmediatas para transferir todos los poderes a los pueblos de los territorios coloniales. La declaración condenaba sin reservas la sujeción de los pueblos a la dominación extranjera por entender que ella constituía una negación de los derechos fundamentales del hombre, era contraria a la Carta y comprometía la paz y la cooperación mundial.
India fue el primer caso exitoso en ese proceso. En este país, que fuera la colonia más valiosa del Imperio Británico, el despertar del nacionalismo estuvo ligado al reconocimiento de la cultura propia y la reafirmación de la identidad. El nacionalismo hindú, con la reivindicación de la lengua y una tradición cultural que se remontaba a los orígenes de las civilizaciones, fue acompañado desde principios del siglo XX por la organización de la sociedad civil en sindicatos. En 1920 se fundó el All India Trade Union Congress al que se sumaron organizaciones campesinas. El nacionalismo se proyectó en una organización política, el Congreso Nacional Indio fundado en 1885, un partido muy moderado en sus orígenes pero que derivó en partido revolucionario posteriormente. En el desarrollo del nacionalismo fue decisiva la participación de los intelectuales, muchos de los cuales habían adquirido su formación superior en las universidades inglesas. Paralelamente, surgió un nacionalismo musulmán en los territorios donde el Islam era la confesión religiosa dominante, con la fundación en 1906 de una estructura política, la Liga Musulmana y con un centro de pensamiento político en la Universidad de Aligahr. En 1940, pidieron la creación de un Pakistán independiente.
La Segunda Guerra Mundial marcó un momento de ascenso al amparo de las dificultades en que se encontraba la metrópoli a causa de la guerra. En ese momento surge con un poder incontrastable la figura de Mohandas Karamchand Gandhi, el Mahatma, un líder político y espiritual cuyo influjo trascendió las fronteras de su tierra. Su propuesta comprendía la reivindicación de los talleres textiles aldeanos y las manufacturas tradicionales y su estrategia se basaba en dos pilares: la no-violencia y la no-cooperación. Otras fuerzas políticas incluían el Partido Comunista, ilegalizado hasta 1942 y el partido Swaraj, fundado en 1942. La economía de guerra tuvo fuerte impacto en India: el Acuerdo de Defensa concluido en noviembre de 1939 entre el gobierno en Londres y las autoridades coloniales en Delhi implicaba un fuerte recorte en el presupuesto para financiar el esfuerzo de guerra en los distintos frentes. El descontento popular se canalizó en demostraciones de protesta. En 1940 las autoridades desataron una severa represión. En 1942, el Partido Comunista indio volvió a la legalidad y una misión de alto nivel, encabezada por el Secretario Stafford Cripps, propuso a los nacionalistas indios una salida, el estatuto de Dominio a largo plazo. El Congreso Nacional Indio rechazó la oferta y emitió una declaración de independencia a la vez que convocaba a un nuevo movimiento de no-cooperación. Las autoridades británicas reaccionaron duramente. 600.000 personas fueron detenidas y el movimiento nacionalista fue reducido al silencio hasta 1945. En esa fecha, resurgió en el espacio político con una declaración de independencia:
El Comité del Congreso cree que [recientes acontecimientos] acaban
de demostrar claramente que el dominio inglés en la India debe terminar
lo antes posible, no sólo por la salvación de la India, sino
también por la causa defendida por las Naciones Unidas.
El poderío de este dominio es envilecedor, debilita a la
India y la incapacita poco a poco para defenderse y defender la causa de la
libertad.
El Comité ha comprobado, con cierta consternación,
el empeoramiento de la situación en los frentes ruso y chino. Tiene
particular empeño en hacer saber a los pueblos de Rusia y China en qué estima
tiene el heroísmo que muestran por conservar su libertad. Esta agravación
de la situación obliga a todos aquellos que tratan de obtener la libertad,
y cuyas simpatías van dirigidas a las víctimas de la agresión,
a examinar el fundamento de la política seguida hasta hoy por los Aliados,
política que ha conducido sólo a una serie de fracasos. El fracaso
no puede convertirse en éxito compartiendo los puntos de vista y métodos
de los Aliados; el pasado nos demuestra que semejantes perspectivas y métodos
llevan en sí mismos las razones de su fracaso.
En lugar de reposar sobre la libertad, se fundan en el dominio
de los países coloniales subyugados y en el mantenimiento de técnicas
y tradiciones imperialistas. La posesión de un imperio, en vez de añadir
fuerza a la potencia imperial, constituye ahora para ella una carga y una maldición.
La India, típica víctima del moderno imperialismo, se ha convertido
en el centro del problema, ya que Inglaterra y las Naciones Unidas serán
juzgadas respecto a la liberación de la India, y que los pueblos de
Asia y África hallarán en ella una fuente de entusiasmo y esperanza.
El fin del dominio británico en la India es una cuestión
vital y primordial: de su próximo desenlace dependerán el futuro
de la guerra y el triunfo de la libertad y la democracia. Una India libre será la
mejor prueba de este triunfo.
Entonces se lanzará con todas sus fuerzas al combate por
la paz contra la agresión, sea nazi, fascista o imperialista. Esto no
sólo cambiará la suerte de la guerra, sino que ayudará a
toda la Humanidad oprimida a alinearse al lado de las Naciones Unidas.
Estas Naciones Unidas, aliadas con la India, podrán enorgullecerse
del título de guía espiritual y moral del mundo.
Por el contrario, una India encadenada perpetuaría el símbolo
del imperialismo británico, que mancillaría hasta a las propias
Naciones Unidas.
El actual peligro pide, pues, la independencia de la India y el
fin del dominio británico. Las promesas o garantías para el futuro
no modificarán la actual situación ni eliminarán el peligro.
No pueden causar el efecto psicológico deseado en el espíritu
de las masas. Únicamente el estallido de la libertad permitiría
que se manifestase la energía y el entusiasmo de millones de hombres.
Ello será lo que transformará la naturaleza misma de la guerra.
El Comité (AICC) insiste nuevamente en la necesaria retirada
de la India del poder británico Desde el mismo momento de la declaración
de independencia de la India, se formará un Gobierno Provisional, y
la India será un aliado más de las Naciones Unidas, compartiendo
con ellas sus empresas y sus experiencias en una lucha común por la
libertad.
Gran Bretaña trató de sacar partido de las divergencias entre hindúes y musulmanes y entre los partidarios de la no-violencia y los radicales de izquierda decididos a emplear otros medios de lucha. Desde 1945, el nuevo gobierno laborista admitió el principio de independencia y así inició el proceso bajo la conducción del último virrey Lord Mountbatten. En 1947 se dio culminación a lo que los historiadores británicos conservadores llamaron la “tranferencia de poder” y los historiadores indios, la independencia. Sin embargo, en esa misma fecha, se produjo la segregación de Pakistán que fue organizado como país independiente.
El papel de Egipto en la Conferencia de Bandung fue precedido por un movimiento de nacionalismo que se desarrolló en el mundo árabe primero contra el Imperio Otomano y luego, a partir de la primera guerra mundial, contra Gran Bretaña y Francia, las dos potencias vencedoras que habían reestructurado la región bajo el régimen de los mandatos de la Sociedad de Naciones. Al igual que en India, el nacionalismo político estuvo precedido por un vigoroso movimiento cultural de rescate de la lengua, la historia y las tradiciones culturales. Si bien ese legado cultural estaba indisolublemente ligado al Islam y la época del califato, el nacionalismo de los años 30 al 60 fue de orientación secular y de expresión fundamentalmente política a través de la fundación de partidos según el modelo occidental y con programas que incluían muchas de las propuestas vigentes en Europa (dirigismo económico, políticas sociales redistributivas, políticas de desarrollo económico). En Egipto, el nacionalismo cultural se remitía al pasado de la más antigua de las civilizaciones del área, el Egipto faraónico. Así por ejemplo este poema del poeta Ahmad Shawqi (década de 1920) presentado como un diálogo con la Esfinge.
¡Habla!, y quizá tu discurso nos guiará. Infórmanos, y quizá lo que digas nos consolará. ¿Acaso no has visto al Faraón en su poderoso, revelador descenso del sol y la luna, proyectando su sombra sobre la civilización de nuestros antepasados, los altos edificios, las grandes reliquias? ... Has visto al césar que nos tiranizó, nos esclavizó, y a sus hombres que nos obligaban a marchar como uno empuja a los asnos, los mismos que después fueron derrotados por un pequeño grupo de nobles conquistadores... [La Esfinge habla:] He preservado para vosotros algo que os fortalecerá, pues nada preserva la dulzura tanto como la piedra ... La mañana de la esperanza disipa las sombras de la desesperación, y ahora llega el amanecer largamente esperado.
A este legado se agregaban otras herencias, la de la cultura griega que había tenido uno de sus grandes centros en Alejandría y la del Islam y la época de oro del Califato.
El régimen de protectorado establecido por los británicos desde 1882 hizo crisis durante el período de las guerras mundiales pero la ocupación territorial por fuerzas militares y el control sobre el canal de Suez fue mantenido. En 1951 estallaron los enfrentamientos entre fuerzas británicas y guerrillas nacionalistas. En 1952 se desencadenó el movimiento popular en El Cairo con graves actos de violencia contra instalaciones británicas. Al mismo tiempo, una sociedad secreta de oficiales de rango medio encabezados por el coronel Neguib tomó el poder, primero bajo una dirección colectiva, y luego bajo la conducción de Gamal Abdel Nasser quien ejerció el gobierno hasta su muerte en 1970. Se produjo un cambio en el régimen político con el fin de la monarquía y la transformación de Egipto en república. El programa de Nasser incluía planes de desarrollo económico bajo dirección estatal y la recuperación del canal de Suez, para lo cual se llegó a un acuerdo con Gran Bretaña para la evacuación en 1954. Nasser proclamó una política exterior de no-alineamiento y convocó a los nuevos estados árabes que alcanzaban su independencia a conformar un bloque no alineado. En 1955, concertó con la URSS un acuerdo para suministro de armas. Pero su gran proyecto económico fue la construcción de la represa de Assuán, que debía alimentar un vasto sistema de regadío. Ese fue el origen de la confrontación con Occidente: en 1956, la negativa de Estados Unidos a las gestiones de créditos fue respondida por Nasser con el pedido de asistencia financiera a la URSS y con la nacionalización del canal de Suez. Un acuerdo secreto de Francia, Gran Bretaña e Israel precedió las operaciones militares que se iniciaron en octubre con la invasión por el ejército israelí desde el Sinaí y la ocupación de la zona del canal por fuerzas anglo-francesas. Sin embargo, la intervención de ambas superpotencias en el marco de una resolución de la Asamblea de Naciones Unidas (no del consejo de Seguridad para evitar el veto seguro de Francia y Gran Bretaña, ambos miembros permanentes del Consejo) detuvo la ofensiva contra Egipto y el retiro de las fuerzas de ocupación. Este triunfo político de Nasser consolidó su liderazgo en el mundo árabe con un nuevo programa, el panarabismo. En 1958, tras el triunfo en Siria de una revolución de orientación afín con el régimen nasserista, se proclamó la unión de ambos países en la República Árabe Unida que perduró hasta 1961.
El tercer convocante de Bandung era un país europeo, Yugoeslavia. La ruptura de los gobiernos de Belgrado y Moscú en 1948 obligó a Yugoeslavia a abandonar el bloque soviético. A pesar del bloqueo económico impuesto por Stalin, Tito tuvo la habilidad de no caer en la dependencia del bloque occidental. A la vez que desarrolló en lo interno un modelo económico de autogestión y aseguró la unidad por sobre las profundas diversidades étnicas y religiosas, puso en práctica una política exterior autónoma que encontró expresión en el no-alineamiento. Ambas dimensiones permitieron mantener unidos los distintos componentes étnicos (serbios, croatas, eslovenos, montenegrinos, bosnios) y religiosos (musulmanes, católicos, ortodoxos) que convivían en el territorio yugoeslavo.