En un principio, la idea de no-alineamiento quedó identificada con los orígenes afro-asiáticos del movimiento pero más tarde, se convirtió en un proyecto político asumido por otras naciones en el mundo.
El Tercer Mundo comenzó a organizarse políticamente con la fundación en Belgrado por propuesta de Yugoeslavia, India y Egipto del movimiento de países no alineados (NOAL). Los jefes de Estado de los tres países realizaron una reunión en Brioni, en 1956, con el fin de elaborar el proyecto de no alineamiento. Ideológicamente, esta posición se distanciaba a la vez del capitalismo y del marxismo. Del primero, lo separaban el pasado colonial de las grandes potencias capitalistas, el racismo y el imperialismo. Del segundo, las confesiones religiosas que predominaban en el mundo afroasiático. Políticamente el movimiento no alineado no se presentó como un tercer bloque sino como una posición de afirmación de independencia en política internacional, rechazo de las hegemonías y opción por el desarrollo. Nkrummah exponía esa idea en estos términos durante la conferencia de El Cairo en 1964:
Nosotros nacimos por la protesta o por la revuelta contra el estado de cosas que prevalecía en el dominio de las relaciones internacionales, debido a la división del mundo en dos bloques antagónicos. Nosotros debemos rehusarnos incansablemente a dejarnos alinear con uno o con otro.
El concepto de no alineamiento se distanciaba del neutralismo en cuanto a que implicaba una definición proactiva, no pasiva, con los objetivos de superar el orden del mundo en bloques, democratizar las relaciones internacionales, establecer la paz, promover el desarrollo y colaborar con los pueblos en lucha por su liberación: nada de esto era neutralismo y así lo sostuvo Nehru en un discurso ante el Congreso de los Estados Unidos en 1955: “Allí donde la libertad esté amenazada y la justicia en peligro, allí donde se cometan agresiones, nosotros no quisiéramos ni podríamos permanecer neutrales... Nosotros no somos neutrales cuando se trata de la paz...de una dominación imperialista, o ante los problemas económicos y sociales.” Esta posición no estuvo exenta sin embargo de diferencias: algunos temas generaron divergencias, por ejemplo, la representación de la China popular en ONU, las cuestiones de Suez y de Hungría en 1956.
Fuertemente ligado a los países afroasiáticos nacidos de la descolonización, NOAL fue creciendo en las sucesivas conferencias que celebró incorporando países nuevos, entre los cuales se contaron varios latinoamericanos pero no Uruguay. La primera cumbre se realizó en Belgrado (1961). Sukarno, Nasser y Tito decidieron omitir de la invitación a los países ligados a la política de bloques (China, Vietnam del Norte, Turquía y Pakistán). En una reunión preparatoria cumplida en El Cairo en 1961 se habían fijado los siguientes principios que debían identificar la política no alineada: 1) una política independiente fundada sobre la coexistencia pacífica y el no alineamiento; 2) sostener siempre los movimientos de liberación nacional; 3) no pertenecer a ninguna alianza militar colectiva en el cuadro de los conflictos entre grandes potencias; 4) no concluir ninguna alianza bilateral con ninguna gran potencia; no aceptar de buen grado el establecimiento de bases militares pertenecientes a una potencia extranjera. La cumbre de Belgrado reunió a 25 países, 11 africanos, 11 asiáticos y 3 no afroasiáticos: Cuba, Chipre y Yugoeslavia. Además se incorporaron como observadores Bolivia, Brasil y Ecuador. La declaración final (6 de septiembre de 1961) revela un acuerdo de compromiso: condena el colonialismo, el racismo, las bases militares, se pronuncia por la paz y el desarme y ofrece cooperación a las grandes potencias para encontrar vías de consolidación de la paz. Sin embargo, no hubo avances concretos en propuestas para promover el desarrollo.
En El Cairo (1964) signos de divergencias se manifestaron en la cumbre que se reunía en una coyuntura internacional marcada por la reciente crisis de los misiles en Cuba (octubre de 1962) y el conflicto chino-indio en el Himalaya. Una figura fundacional, Nehru había muerto pocos meses antes y Nasser fue entonces la figura más influyente. El movimiento registró un importante crecimiento: pasó de 25 a 47 miembros, los países observadores aumentaron de 3 a 10. Pero se delinearon nuevos agrupamientos entre pro-soviéticos, pro-chinos y pro-occidentales. Contemporáneamente, en la primavera de 1964, se había constituido el grupo de los 77. La Conferencia de El Cairo no abordó las controversias entre países miembros del grupo y se concentró en las reivindicaciones de algunos países. Rechazó la teoría de la equidistancia respecto de los sistemas capitalista y socialista y afirmó el derecho de los países a elegir la ideología que correspondiera a su evolución, una resolución que buscaba contemplar las aspiraciones de Cuba. Hubo acuerdo general en la postura de anticolonialismo y en la adopción de un programa para la paz y la cooperación de 11 puntos. Las innovaciones con respecto a la cumbre anterior tuvieron que ver con el énfasis colocado en el derecho de los pueblos a la autodeterminación, la condena de la discriminación y el apartheid, la condena a la carrera armamentista, las bases militares y los pactos militares, la demanda del fortalecimiento de Naciones Unidas y el reclamo del desarrollo económico, la cooperación en educación, ciencia y cultura. En cuanto a la organización del movimiento, hubo avances con la creación de un mecanismo de consultas regulares entre ministros de relaciones exteriores y de coordinación de acciones dentro de Naciones Unidas.
Entre 1965 y 1970, según el estudio de Daniel Colard, se registra una fase de crisis en NOAL originada en dos grandes causas: la distensión entre las dos superpotencias minimizó el papel internacional de NOAL y los acuerdos bilaterales entre URSS y EEUU debilitaron el interés de ambas potencias por el desarrollo en los países no alineados. Hubo por otra parte fracasos importantes en el tratamiento de conflictos entre países miembros del movimiento en torno a problemas como guerra en Vietnam, problemas en el sub-continente indio, Congo, Nigeria y el caso de Biafra, Cercano Oriente y ocupación de República Dominicana por EEUU. Hubo divisiones en el bloque NOAL en ONU, rivalidades por liderazgo entre árabes y africanos, duros y blandos (el grupo de Casablanca versus el grupo de Brazzaville). Algunos países practicaban una política decididamente alineada: Cuba, Guinea, Ghana, Malí e Irak con la URSS, Tailandia, Arabia Saudita, Etiopía, Líbano, Irán y Pakistán con EEUU. Otros eligieron el camino de la neutralidad pasiva como Birmania que se apartó del movimiento.
La cumbre de Lusaka, en septiembre de 1970, intentó el relanzamiento. Para entonces el movimiento había crecido pasando de 47 miembros a 54, con 11 observadores, casi todos latinoamericanos. Los temas centrales fueron 1) la democratización de las relaciones internacionales y el cambio radical de estructuras en la sociedad internacional y 2) la cooperación y la solidaridad. Avanza la institucionalización con el establecimiento de consultas periódicas entre gobiernos, convocatoria frecuente de conferencias y coordinación en el seno de todas las organizaciones internacionales. Las resoluciones adoptadas revelan una radicalización política. Se afirma el compromiso de reforzar el rol de NOAL en ONU y se proclama un Programa de acción para reducir la brecha entre países ricos y países pobres.
La cumbre de Argel de septiembre de 1973 fue cuidadosamente preparada en una reunión en Georgetown, Guyana en 1972. Coincidió casi con el estallido de la crisis del petróleo en octubre. El crecimiento del movimiento se medía en el número de 75 miembros plenos, más 9 observadores. Hubo 3 invitados (Austria, Finlandia y Suecia) y participaron 4 organizaciones internacionales: ONU, OUA, Liga Árabe y OSPAAAL, además de 12 movimientos de liberación nacional. El 50% de la población mundial estuvo representado en esta conferencia. El líder indiscutido era el presidente argelino Houari Boumédienne. La conferencia asistió a una mini-crisis de origen ideológico con un mensaje de saludo de Leonid Brezhnev en el cual apuntaba que la real división en el mundo no era entre países ricos y países pobres sino entre capitalistas y socialistas y el discurso de Fidel Castro quien adelantó la tesis de la alianza “natural” entre NOAL y la URSS. Las resoluciones adoptadas reiteraron el principio de democratización de las relaciones internacionales, la paz, la lucha por la liberación nacional y una propuesta nueva, la creación de un Nuevo Orden Económico Internacional. También se precisó el concepto de cooperación entre países no alineados con un programa de acción y la creación de un Fondo de solidaridad para el desarrollo económico y un centro de informaciones sobre multinacionales. Pobreza y neutralidad aparecieron asociadas en la nueva identidad de NOAL.
La cumbre de Colombo, realizada en agosto de 1976, mostró un nuevo crecimiento: 82 nuevos miembros y Portugal, Rumania y Filipinas como invitados. La agravación de la crisis económica y las divergencias políticas internas marcaron esta conferencia. Sin embargo se afianzó la institucionalización del movimiento con la ampliación del comité coordinador que pasó de 17 a 25 miembros. La mayor parte del trabajo estuvo concentrada en la propuesta de NOEI y cooperación Sur-Sur como medio para llegar a una estrategia de autonomía colectiva pero no se definieron acciones concretas.
La Conferencia de La Habana, de septiembre de 1979, fue el ámbito de una profunda controversia, más allá del crecimiento del movimiento que pasó entonces a 93 miembros, más 12 observadores y 8 invitados. Dos líneas se opusieron claramente, encabezadas por Castro y Tito. Mientras el primero defendió su idea de alianza “natural” con la URSS, el segundo sostuvo la idea que había dado origen al movimiento como agrupamiento en contra de la política de bloques: NOAL no es correa de transmisión de uno de ellos, afirmó. Las resoluciones revelan la victoria política del viejo mariscal que estaba asistiendo a su última cumbre (murió en 1980). Hubo graves antagonismos internos en torno al conflicto en el Medio Oriente (se discutió pero no se aprobó la propuesta de expulsar a Sadat por su firma de los acuerdos de Camp David de 1978 y del Tratado con Israel de 1979), los conflictos en el Sudeste asiático, la representación de Cambodia (Kampuchea) y la invasión soviética en Afganistán.
La cumbre de Nueva Delhi, en marzo de 1983, fue presidida por Indira Gandhi, la hija de Nehru. Entre los nuevos miembros se contaba un país latinoamericano, Colombia, pero la unidad fue afectada por graves conflictos: la guerra en Afganistán, la cuestión camboyana, la guerra Irán-Irak y la cuestión palestina. Con respecto a este último caso, la conferencia aprobó el Plan de Fez, el cual había sido aprobado por la Liga Árabe en 1982. Respecto de la cuestión del Sahara occidental, la conferencia invitó a las partes a abrir negociaciones. El Programa de Acción para la cooperación contenía una propuesta de negociación global con las potencias industrializadas en una convocatoria de una conferencia sobre cuestiones monetarias, financieras, desarrollo y endeudamiento. Una resolución abordó el peligro nuclear reclamando el desarme. Un tema de acuerdo general fue la condena del apartheid.
La cumbre de Harare (Septiembre de 1986) se caracterizó por la ausencia de algunos líderes importantes y la presencia de dirigentes radicales como Khadafi quien pronunció un discurso anti-NOAL al sostener que el mundo está dividido entre la liberación y el imperialismo y no hay espacio para el neutralismo. Además de una declaración celebratoria del 25° aniversario del movimiento, la conferencia dirigió un llamado a Ronald Reagan y Mikhail Gorbatchev de contener la carrera de armamentos nucleares. La declaración anti-imperialista tuvo un claro sesgo anti-EEUU. La declaración económica y el programa de acción retoman los lineamientos de la propuesta de NOEI. Los problemas del África austral dominaron la agenda: el movimiento de liberación de Namibia, la lucha contra el apartheid. Detrás del consenso en torno a declaraciones, se hacían sin embargo visibles fuertes divisiones político-ideológicas.
La cumbre de Belgrado en 1989 se cumplió bajo el signo de la Perestroika. El pragmatismo fue el tono dominante. Hubo mayor organización y simplificación de procedimientos administrativos. Desaparecieron los ataques antioccidentales pero persistieron las condenas a Israel y Sudáfrica por ocupación de territorios y apartheid. Los documentos políticos presentaron una toma de posición ante los conflictos regionales: Medio Oriente, África del Sur, Sudeste asiático y América Latina. Nuevos temas ingresaron en la agenda: derechos humanos, el problema de los refugiados, la situación de la mujer, la protección al medio ambiente y la lucha contra el narcotráfico. Seis prioridades fueron identificadas: la lucha por la paz, el desarme y la solución pacífica de controversias; solución eficaz a problemas de las relaciones económicas internacionales; prioridad al apoyo a los pueblos en lucha por la liberación del dominio colonial o la ocupación extranjera; defensa del ambiente; derechos humanos y fortalecimiento de la ONU.
La conferencia de Jakarta (Indonesia) en 1992 es caracterizada por Colard como el momento de la crisis de identidad. El contexto internacional era radicalmente distinto del de 1955: fin de la guerra fría, desaparición de la URSS, guerra del golfo y desintegración de Yugoeslavia, uno de los fundadores del movimiento. Nuevos miembros se integraron: Brunei, Guatemala, Mianmar, Papousie-Nueva Guinea, Filipinas y Uzbekistán. Cuatro observadores participaron por primera vez: China, Croacia, Armenia y Tailandia. Bosnia-Herzegovina y Eslovenia asistieron en calidad de invitadas y Cambodia regresó luego de una larga ausencia (1979-1992). La cumbre se había propuesto dos tareas prioritarias: redefinición de la identidad del movimiento y adopción de una estrategia económica común frente al Norte. Sobre estos dos puntos los trabajos no llegaron a ningún resultado concreto. En cuanto al primer objetivo, se había generado una divergencia entre los intereses nacionales de sus miembros y un cambio cualitativo radical en cuanto al crecimiento económico con el desarrollo acelerado de los “tigres” del Sudeste asiático y el fracaso y hundimiento de las economías africanas. Hubo así un deslizamiento geopolítico con disminución del peso de los países africanos y predominio del discurso reformista, adoptado por asiáticos y latinoamericanos en contraste con el radicalismo de los dirigentes africanos. El Mensaje de Jakarta, adoptado al final de la cumbre, lanza un llamado a favor de una acción colectiva y de la democratización de las relaciones internacionales. Reclama una reforma profunda de la ONU para hacer frente al cambio en el sistema internacional tras el fin del orden bipolar, con el objetivo de definir los fundamentos de “un orden internacional nuevo y equitativo,” una paz estable y una seguridad común, económica, política, ecológica y social.