Medio Siglo de Historia

Hacia la autonomía en política exterior

Desde mediados de los años ‘60 los cambios en el sistema internacional hicieron posible un margen mayor para la autonomía en la política exterior de los países latinoamericanos, especialmente los ubicados en el entorno de la cuenca del Caribe (México, Colombia, Venezuela) mientras que en los países del Cono Sur se afirmaron tendencias que culminaron más tarde en la doctrina de la seguridad nacional y la afirmación del modelo político que el politólogo argentino Guillermo O’Donnell designa como “Estado burocrático-autoritario.” Así, a comienzos de los ‘70 dos áreas se diferenciaban en América Latina: el sur con regímenes dictatoriales cívico-militares y con políticas de alineamiento automático con Estados Unidos; el Norte de Sudamérica y área del Caribe con mayoría de gobiernos democráticos y esfuerzos por impulsar políticas exteriores independientes. Como en una clase posterior en este curso se examinará el proceso del Cono Sur, esta clase estará dedicada a los países de la segunda área.

Decíamos que los cambios en el sistema internacional hicieron posible márgenes mayores de autonomía: esos cambios tuvieron que ver en primer término con la distensión entre las dos superpotencias y los avances de la coexistencia pacífica y la relación bilateral. En segundo término con el surgimiento de nuevos polos de poder económico en el mundo: Japón, el Mercado Común Europeo. En tercer término, con la aparición de nuevos agrupamientos de países no industrializados: NOAL y OPEP. En cuarto lugar, la erosión de la hegemonía de Estados Unidos tras la derrota de Vietnam y la pérdida de credibilidad que produjo el escándalo de Watergate en la percepción de los latinoamericanos. La crisis del petróleo de 1973 generó nuevas articulaciones entre países petroleros de América Latina y otros países petroleros. Como resultado de estos cambios aumentó el poder negociador de algunos países latinoamericanos y esa realidad se manifestó en algunos procesos nuevos en las relaciones internacionales de la región.

• El restablecimiento de las relaciones con Cuba: además de México que nunca las rompió, varios países comenzaron a restablecer relaciones diplomáticas con el país caribeño. En el marco de una política de “pluralismo ideológico” Colombia y Venezuela reanudaron relaciones y comenzaron a participar en distintos esquemas de cooperación.

• El desarrollo de la integración sub-regional dio origen a tres grupos de países: el MCC, el CARICOM y el Pacto Andino. En el origen de estos proyectos, fue fundamental el pensamiento y las recomendaciones de la CEPAL que veía en la integración la estrategia apropiada para combatir las consecuencias negativas del pequeño tamaño de los mercados nacionales.

• Amistad y cooperación con el Chile de Allende auque luego se produjo la salida de Chile del Pacto Andino en 1976.

• Las negociaciones de Panamá con EEUU, con el respaldo explícito de los gobiernos de Colombia y Venezuela culminaron en 1977 en el Tratado Torrijos-Carter de devolución del canal a los panameños.

• El triunfo de la revolución sandinista en 1979 puso fin a una de las dictaduras más sanguinarias en la historia del continente pero fue pronto seguida por la intervención encubierta en la forma de una “contrarrevolución” entrenada y financiada desde EEUU.

• La Iniciativa de Contadora de 1983.

La integración de América Latina siguió dos canales diferentes: la creación de un área de libre comercio para toda la región y la conformación de grupos de países reunidos por razones de afinidad productiva o vecindad geográfica. La primera alternativa se manifestó en la creación en Montevideo por el Tratado de 1960 de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, ALALC. Su objetivo era constituir un área de libre comercio en el plazo de 20 años y para ello, eliminar gradualmente los aranceles. Si bien se realizó un considerable esfuerzo en la eliminación de barreras al comercio y se produjo un incremento importante en el intercambio dentro de la región, los objetivos estaban lejos de ser alcanzado en 1980, razón por la cual se impuso una reformulación del Tratado con lo cual se dio origen a la actual ALADI.

En otra dirección, la integración obtuvo resultados más efectivos con la formación de grupos sub-regionales. El primero de ellos fue el Mercado Común Centroamericano, surgido de una reunión de la CEPAL en 1951. Luego de una fase de negociaciones quedó finalmente constituido este grupo con las cinco repúblicas centroamericanas que firmaron el tratado de 1960.

Las nuevas repúblicas nacidas de la descolonización en el Caribe conformaron primero una asociación para el libre comercio con la sigla CARIFTA. Más tarde y con nuevas incorporaciones, en 1973 fue firmado el tratado de Chaguaramas que dio nacimiento a CARICOM. Esta asociación se beneficiaba a su vez de los acuerdos preferenciales firmados con sus ex-metrópolis.

El Pacto Andino, oficialmente designado Acuerdo de Cartagena, nació en 1969, también de clara inspiración cepalina pero además de una reorientación de las políticas exteriores en países que comenzaron a asignar una prioridad nueva a la relación con los países de la región, algo que en Colombia, un país de fuerte tradición clásica y amor por el latín, fue designado como Respice Similia, “mira a tus iguales.” El Pacto Andino no fue exclusivamente un esquema de integración económica sino que avanzó hacia la práctica de una diplomacia multilateral de escala regional. En clara demostración de autonomía, los países andinos decidieron otorgarle al Frente Sandinista de Liberación Nacional, entonces en lucha contra la dictadura de Somoza, el carácter de fuerza beligerante.

Otro evento que puso en de manifiesto la práctica de la autonomía en política exterior tuvo que ver con las negociaciones para el traspaso del canal a la jurisdicción panameña. En este proceso participaron activamente los gobiernos de Colombia, México, Venezuela y Costa Rica, firmantes del Acta de Panamá del 24 de marzo de 1975, por la cual esos Estados daban todo el respaldo al gobierno de Omar Torrijos. La resistencia en Estados Unidos contra la devolución del canal fue muy fuerte pero finalmente, se llegó a la firma del Tratado Torrijos-Carter de 1977, por el cual se establecía un cronograma para la cesión de las instalaciones canaleras.

Indudablemente, el gran acontecimiento de la historia centroamericana de finales de los ‘70 fue el triunfo de la revolución sandinista. La represión desencadenada por la dictadura de Somoza no había logrado aplastar el movimiento cuyo arraigo en las masas campesinas se mantuvo firme tanto como el respaldo internacional que recogió en Latinoamérica. Luego de varios actos de gran impacto, como la toma del Palacio Nacional por Edén Pastora, las fuerzas sandinistas entraron finalmente en Managua, en lo que parecía una reedición de la entrada del ejército rebelde en La Habana. Las medidas de gobierno se orientaron hacia las políticas sociales de salud y educación y a la reforma agraria en un país que había sido convertido en una enorme hacienda de propiedad de la familia Somoza. En educación los resultados fueron notables en corto tiempo, con la reducción del analfabetismo. Pero la revolución sandinista atravesó por varios problemas internacionales. No fueron fáciles las relaciones con la Iglesia Católica que no toleraba la presencia de curas como el padre Ernesto Cardenal en un gobierno marxista. En su visita al país, Juan Pablo II dedicó palabras muy duras al sacerdote que se arrodilló ante él para saludarlo.

Consecuencias más graves tuvo la hostilidad de EEUU. La aproximación a la Unión Soviética, aunque se cumplía en plena fase de distensión internacional, dio lugar a una reedición del discurso de la guerra fría. El presidente Ronald Reagan hizo de Nicaragua el blanco de reiterados ataques verbales que sindicaban al pequeño país centroamericano como una grave amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. Pronto quedó organizada una fuerza de contrarrevolución financiada y entrenada desde EEUU con participación de la CIA y de algunas figuras del entorno más cercano al presidente como el asesor Oliver North, quien actuó como coordinador entre todos los sectores involucrados y los gobiernos cuyos territorios fueron utilizados para las operaciones de la contra. Paralelamente se cumplieron acciones militares de mayor alcance como el minado de los puertos de Nicaragua, un hecho que motivó la demanda de este país ante la Corte Internacional de la Haya la cual terminó fallando a favor del gobierno sandinista. El escándalo Irán-Contras que estalló cuando la prensa de Estados Unidos divulgó los detalles puso en conocimiento general las intrincadas conexiones que incluían a la contra, a Oliver North, al narcotráfico y al tráfico de armas con centro en Irán. El desprestigio de esa organización alcanzó su nivel máximo y tuvo un discreto final con la renuncia de North, aceptada por el presidente. Con toda esa hostilidad, el gobierno sandinista pudo concluir el mandato en el término constitucional y transferir la presidencia a la presidenta electa por el partido de oposición, Violeta Chamorro.

La crisis en torno a Nicaragua tuvo un correlato en la situación de extrema violencia en El Salvador donde el enfrentamiento entre las guerrillas del Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí y el gobierno autoritario sostenido por Washington. La resistencia de la sociedad civil a la represión indiscriminada cobró una víctima de primera importancia en la figura de Monseñor Romero.

Los países del área emprendieron una acción diplomática para frenar la desestabilización de la región. Este fue el origen de la Iniciativa de Contadora, acuerdo logrado en 1983. El punto de partida fue una propuesta del gobierno mexicano, rápidamente acogida por los gobiernos de Colombia, Venezuela y Panamá. El objetivo era conducir a todas las partes en conflicto a la mesa de negociaciones para lograr la paz. A partir de la firma del acuerdo, quedó constituido un grupo de ministros que se abocaron a una intensa diplomacia regional, con giras a la zona de conflicto y entrevistas con los diversos actores políticos. La iniciativa obtuvo su mayor triunfo diplomático con la declaración 530 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que daba apoyo al Grupo de Contadora y realizaba un llamado para que todos los Estados interesados cooperasen francamente a fin de superar el conflicto. En el ámbito latinoamericano, se constituyó el Grupo de Apoyo a la Iniciativa de Contadora formado por 4 países uno de los cuales era Uruguay, que por entonces estaba reintegrándose al conjunto de naciones democráticas. La fusión de los dos grupos, el inicial y el nuevo, de apoyo, dio origen al grupo de los 8 el cual daría origen más tarde al Grupo de Río.